No vienen en tu busca, pobre flor solitaria; -y, sin embargo, eres más bella que la rosa pregonadora, que la mano partidaria del destino abrió altiva, visible y victoriosa-. Oyes, solo, en tu olvido, la verdad de la fuente, que, cantándote amor, te vuelve sobre el cielo, el verderón te cerca de un misterio elocuente, la mariposa para por ti su blanco vuelo... Y nadie sabe, flor, el encanto bendito de tu soledad única, estasiada y divina, cuando, a una brisa de oro, teñida de infinito, el sol se va ocultando tras tu verde colina. |
Poemas agrestes
(1910-1911) - Juán Ramón Jiménez
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domingo, 11 de noviembre de 2012
La flor solitaria
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